Popular en el ámbito de la decoración, que a menudo sólo conserva una serie de colores pastel en diferentes tonos de beige, una superposición de formas abstractas y el uso de madera y cerámica, wabi Sabi es un concepto muy de moda. Se han dedicado numerosos trabajos a este fenómeno, y basta una simple búsqueda en Google o Pinterest para descubrir una representación que muchas veces nos aleja de su significado primario.
Wabi Sabi es mucho más que una tendencia de decoración. Se trata de una filosofía muy arraigada en la cultura japonesa desde el siglo XII. Un arte de vivir que nos invita a la sencillez, a la sencillez y a aceptar la belleza de las imperfecciones, empezando por la nuestra. Fuertemente influenciado por la noción de impermanencia que está en el corazón del pensamiento budista, es una invitación a centrarse en lo esencial, a vivir al ritmo de la naturaleza aceptando la idea de que todo es efímero para liberar la mente de la necesidad de “controlarlo” todo sin poder nunca estar “satisfecho”.
En Wabi Sabi, la relación con el mundo es idéntica a la relación con las cosas materiales y la fabricación de objetos cotidianos. Se rige por 7 principios clave que también se encuentran en todas las artes y artesanías japonesas:
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Kanso: sencillez, sobriedad
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Fukinsei: la ausencia de simetría
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Shizen: lo natural
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Seijaku: calma, tranquilidad.
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Shibui: discreción, sugerencia.
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Datsuzoku: originalidad
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Yugen: gracia sutil
Al igual que el budismo o el zen, el Wabi Sabi no se aplica, se practica. Adherirlo es modificar la manera en que nos miramos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea, deshaciéndonos de lo que abarrota e impide el acceso a la tranquilidad y a la plenitud de nuestra mente: la codicia, la búsqueda permanente de rendimiento y perfección, la necesidad de reconocimiento.
Practicar Wabi Sabi significa ya no vivir únicamente en la expectativa de más, en la esperanza de lo mejor, sino en la contemplación de lo que ya es, por imperfecto que sea.